Sólo un millonario puede procurarse en París una mesa tranquila en
un restaurante; el profesor Sisley comprobó esta antigua verdad
mientras él y su amigo, el magnate del hierro Gaspard Binnet, pedían
sendos coñacs para rematar una espléndida cena. Notó de pronto lo
tranquilo que era el ambiente porque Binnet quería tratar en la
sobremesa un tema confidencial, y no le fue necesario hacerlo en un
susurro.
—Profesor Sisley, sé que usted, además de policía, es arqueólogo,
¿verdad?
—No me he dedicado tanto como hubiera querido a esa maravillosa
disciplina, pero sí, soy arqueólogo.
—Necesito consultarle sobre una oferta que me han hecho. Usted
sabe que la Dordoña alberga una gran cantidad de famosas cuevas
del paleolítico superior con pinturas rupestres; esas pinturas siempre
me han apasionado. Bien, un antiguo ingeniero de minas que trabajó
para mí me dice que ha descubierto una nueva cueva con pinturas en
una finca de la región, y que la ha adquirido. Me dice que no puede,
por seguridad, revelar la posición exacta de la cueva, pero me envía
unas fotografías que ha tomado allí. Para mí sería un sueño asociar mi
nombre a un descubrimiento semejante; no me importaría comprar la
finca y luego donarla para que sea adecuadamente preservada. Me
temo que mi ex-empleado está metido en esto sólo por el dinero, y
que no es la persona adecuada para cuidar de este tesoro.
—¿Me mostraría las fotos? —preguntó Sisley, con una voz
extrañamente calma. También él era un apasionado de Lascaux y las
demás cuevas del Valle de Veziéres.
Las fotografías no eran de buena calidad, pero dejaban ver las
usuales escenas de caza realizadas en ocres y marrones. En una de
ellas un reno aparecía herido por una flecha, en otras se veía a los
arqueros disparando sus dardos, en otra más la llegada de los
cazadores con una presa a cuestas a una cueva donde esperaban
mujeres y un niño con un gato en-brazos.
—Es extraordinario, ¿verdad? Está pidiendo cinco millones por la
finca, pero seguramente se puede obtenerla por menos. La verdad es
que no le resultará fácil venderla, pues nadie la podrá utilizar para
una explotación turística privada ni nada por el estilo...
—Nadie la podrá explotar para eso, ni para el adelanto de la ciencia,
ni para nada. No gaste usted un centavo en esto: se trata de una
estafa —sentenció el profesor Sisley.
¿Cómo lo sabe el profesor?
¿Gatos domesticados en el paleolítico? Hasta donde yo se los primeros en domesticar gatos fueron los egipcios. Es totalmente imposible ver un gato domesticado en aquel entonces. Históricamente en una linea cronológica es imposible, es falsa por la aparición de dicho gato en el brazo del niño
ResponderEliminarLa domesticación de dicho felino fue hace varios miles de años desde que el hombre dejo las cuevas.
EliminarSube uno difícil que nos deje pensando por horas.
ResponderEliminarCada vez que entro veo un caso nuevo y siempre esta resuelto, son demasiado fáciles...
EliminarLa verdad es que hecho de menos los otros casos... También comprendo lo difícil que es hacer uno como escritor que soy, y también que deben de estar ocupados con sus trabajos y vidas personales.
EliminarAlgo que se me ha ocurrido seria hacer un concurso o algo por el estilo. Que creemos nuestro propios casos y los enviemos. Al menos para pasar el rato, ¿no?
jaja! Debo ser la única que no tiene vida personal y anda todo el día en la computadora, aparte de la escuela, claro esta. Si, debe ser muy complicado hacer casos nuevos, pero espero que suban muchos mas, que me gusto mucho esta pagina y me siento como Sherlock Holmes o L Lawliet.
EliminarBueno, es muy obvio, el gato no encaja con la época de la que estamos hablando, por que el gato, en ese tiempo, no estaba domesticado... Bueno, dependiendo de en donde nos encontremos geográficamente, por supuesto. Espero uno bien complicado para la próxima, por favor.
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